Educar es motivar

Jorge Bucay – psiquiatra, psicoterapeuta y escritor -, y su hijo Demián, nos muestran diferencias entre adiestrar y educar, autoridad y paternidad: con autoridad adiestramos y mediante la motivación educamos.

Trabajar con premios y castigos es un método muy utilizado en terapia infantil y adolescente. Los premios y castigos son necesarios en multitud de casos que llegan a consulta. Suelen utilizarse para trabajar conductas que necesitan modificarse con urgencia a corto plazo, porque las consecuencias de no cambiar dicha conducta para el o la menor, son graves. Es importante un aprendizaje de cómo utilizar refuerzos para aumentar las conductas deseadas en nuestros/as niños/as (por ejemplo, cumplir un horario de llegada a casa) o disminuir conductas no deseadas (autolesiones). Siempre recalco en las sesiones informativas-educativas que no sirve de nada un castigo de una conducta no deseada si no se refuerza la conducta deseada contraria. Por ejemplo, no funciona castigar cuando no recoge sus juguetes si no se le felicita cuando lo hace. Y es así, de nada sirve castigar sin motivar. Tal y como muestran en esta charla, premiar y castigar es una estrategia que funciona a corto plazo, pero a largo plazo, si no se combina de un modo adecuado con un acompañamiento y una presencia no autoritaria, tiene consecuencias negativas.

La autoridad es importante en muchos momentos en los que hay que priorizar el cuidar antes que educar, hay momentos donde hay que imponer un «no» para cuidar, y saber que en esos momentos, no educamos, por lo que más adelante sería importante trabajar con nuestros hijos e hijas en ese asunto (por ejemplo, si viene tu hija a pedir algo que pone su vida en un riesgo altamente probable). La clave para saber si es necesario o no usar la autoridad está en preguntarnos si tenemos opciones de cuidar a nuestr@s hij@s educando, si estamos a tiempo, si tenemos esa paciencia y tenemos ese interés en nuestros hijos e hijas. Porque sería maravilloso que antes de optar por cuidar desde la autoridad, cuidásemos educando mostrando el camino, ayudando a través de la motivación, a que elijan cuidarse ell@s mism@s.

La motivación es otra forma que no es la más fácil pero sí más sana y exitosa a largo plazo. Motivar es mostrarles las consecuencias de sus actos, es enseñarles que si eligen ese camino, será más probable que obtenga consecuencias positivas. Y si no siguen ese camino que les mostramos, y es posible dejarles decidir porque no corren riesgos irreversibles, dejemos que se den cuenta de las consecuencias, que se equivoquen, hay momentos donde dejar que cometan errores es necesario para que aprendan.

«Una familia que educa con métodos autoritarios consigue hij@s obedientes, competitivos y exigentes (…) una familia motivadora consigue hij@s que tengan alas y raíces«. Jorge Bucay