Errores en la relación terapéutica

En muchas ocasiones escuchamos hablar sobre cómo debe comportarse un/a terapeuta, su lenguaje verbal y no verbal (gestos, miradas…), cómo tiene que ser la relación que establece con sus pacientes, etc.

Esta vez también hablaremos de los principales errores que intentamos no cometer los psicólogos y psicólogas dentro de un enfoque clínico, algunos de los cuales parecerán bastante obvios y no por ello son menos importantes.

  • Confundir el nombre de nuestro paciente repetidamente. Algo clave para establecer un clima de confianza, si nos confundimos con el nombre, la persona fácilmente puede pensar que no estamos prestando atención.
  • Señalar sus comportamientos en primeras sesiones: “Veo que te tocas el cuello y tal, ¿estás nervioso ahora?”. Esto lo debemos evitar principalmente en las primeras sesiones, ya que las personas no están preparadas al principio para recibir devoluciones y ya se sienten suficientemente observadas.
  • Bromear con el estado de nuestra paciente: «¿Estás nerviosa porque es la primera vez que vienes? aquí no nos comemos a nadie, tú tranquila…«. Las bromas son muy utilizadas terapéuticamente, ya que pueden servir para disminuir la tensión, los nervios… siempre teniendo en cuenta que no estamos con amig@s, y si utilizamos las bromas, será con precaución y dependiendo de la persona que tengamos delante. La persona necesita ver profesionalidad y seguridad en su terapeuta.
  • Hablar con un lenguaje de calle: “Vamos a ver… ¿qué te iba yo a contar?” vs «¿Qué te parece si ahora vamos al tema de…«. Fácilmente daremos sensación de no profesionalidad y exceso de cercanía. Nuestro lenguaje siempre se adaptará a la persona que tenemos enfrente, sin sobrepasar unos límites básicos.
  • Mirar el reloj constantemente. El lenguaje no verbal nos puede jugar malas pasadas, con este gesto mostraremos impaciencia, nerviosismo, ganas de acabar, desinterés…
  • Dudar de la veracidad de los datos: “Parece ser según cuentas que tienes miedo a volar en avión”. Error, los datos de la persona se aceptan como verdaderos, sino, se sentirá cuestionada y no podrá confiar en nosotr@s.
  • Futurizar cómo será un tratamiento, en términos negativos: “Llevas bastante con este problema y cuanto más dura un problema, más larga es la solución” vs «No podemos saber a priori cuánto durará el tratamiento, cada persona es única y necesita un tratamiento individualizado, que lleves mucho con un problema no supone que el tratamiento sea más largo ni difícil«. La persona viene para que le demos esperanza, si desde el principio le hablamos en términos negativos, le costará el doble.
  • Quitar importancia al caso o a lo que se nos está contando: “El tuyo es un caso sencillito, eso que me cuentas no tiene la menor importancia…” vs «Ha tenido que ser difícil para ti esta situación«. Para cada paciente, lo que le pasa es lo más importante, para eso le pasa a él / ella.
  • Generalizar: “Tienes tendencia a ponerte nervioso” vs «Parece que este tema te produce nerviosismo«. Evitar términos absolutos como siempre y nunca.
  • Incumplir la confidencialidad: “Ésto me está recordando al caso de otra paciente, al de Margarita, que vive en el 4º…”. Aparte de ilegal, no estaremos dando ninguna confianza para que la persona nos cuente sus cosas. Está bien que algún caso nos pueda recordar a otro, para ver qué hicimos, cómo, aunque en ningún caso será igual, lo que nos funciona a unas personas, a otras no.
  • Comparar negativamente con otro caso u otro paciente: “Ella enseguida quiso arreglar el problema, fue muy bien el tratamiento, trabajaba mucho entre sesiones y fue estupendo”. Tenemos que respetar el ritmo del proceso terapéutico de cada persona, ya que no todas pueden venir semanalmente, ya sea por motivos económicos o personales.
  • No respetar los tiempos del paciente: “Si hubieses venido al principio, todo hubiese sido más fácil«. Cada persona viene cuando quiere y sobre todo, cuando puede y está preparada, no es fácil acudir a terapia y pedir ayuda.
  • Poner la responsabilidad del éxito del tratamiento única y exclusivamente en el paciente: “El tratamiento dependerá de cómo tú quieras enfrentarte y el interés que tú tengas real, esto va a depender mayoritariamente de ti”. Ésto no es así, Influyen muchas variables en el éxito de un tratamiento terapéutico, empezando por cómo se establezca la relación terapéutica.
  • Diagnosticar o poner etiquetas sin evaluar, con sólo una pequeña entrevista: “En principio parece claro que tienes un TOC«. No es conveniente poner etiquetas a las personas, aparte de que algunas ni siquiera necesitan saber el tecnicismo que utilizan los profesionales para comunicarse entre sí. No es lo mismo decir: Pepe tiene autismo que Pepe es autista.
  • Imponer la confianza: “Tú has venido a un profesional y tienes que confiar en lo que yo te diga, igual que cuando vas al médico y te recetan un medicamento” vs «Entiendo que no confíes en mí, no me conoces de nada, yo te propongo que pruebes y vayas viendo si te ayuda o no la terapia, sólo tú puedes saber lo que te viene bien y lo que no«.
  • Cuestionar las dudas del paciente: “¿Por qué tienes tanto interés en…?» vs «Pregúntame todo lo que necesites, y si en algún momento te hablo en chino, por favor avísame«.
  • Despedirse de manera no formal: “Venga tío, nos vemos” vs «Nos vemos la próxima semana«.
  • Hablar con tecnicismos: ”Nosotr@s llamamos a este término abstracción selectiva, hay polarización del pensamiento, sobregeneralización… errores cognitivos”. Tenemos que adecuar nuestro lenguaje al de la persona que viene a vernos, cuanto más sencillas le expliquemos las cosas, mejor lo entenderá.
  • Uso de los deberías: “Es un error que deberíamos cambiar, deberías empezar por…” vs «Qué te parece si realizas este ejercicio en casa?«. En la medida de lo posible, intentaremos dar flexibilidad en el tratamiento.
  • Exigir: “Estos errores cognitivos es importante que a lo largo de esta semana no los cometas cuando piensas”. La persona no hace las cosas queriendo, si pudiese, no lo haría y no vendría a vernos…
  • Dar información confidencial recibida por un familiar: “Anteriormente he tenido una conversación con tu madre en la que me ha dicho que tienes un problema con el alcohol…” vs «He hablado con tu madre, pero no puedo filtrar información, no puedo decirte nada que ella me diga ni puedo decirle a ella nada de lo que me transmitas, tú sí puedes decirle lo que quieras de tu proceso«. La información que pueda darnos alguna persona cercana puede ser muy valiosa, pero no podemos trasladársela a nuestr@ paciente.
  • Reírse del paciente: “¿De verdad crees que es lógico que inviertas dinero en el juego para sacar dinero?”. Muchas de las cosas que hacen las personas que vienen a vernos no son lógicas y tampoco servirían de nada si lo fueran.
  • Entra en discusión con la paciente: “Eso no es lo que dice su madre; Yo no lo veo así… ”.
  • Cuestionar a nuestr@ paciente: “Estás haciéndolo mal» vs «¿Crees que podrías hacer eso de forma diferente?”. Ya se sienten cuestionados suficientemente por muchas personas que les rodean…

 

Y con todo lo anterior, no hay que olvidar algunos aspectos a tener en cuenta:

Todas estas conductas erróneas por parte del/ de la terapeuta, se enfocan en la relación terapéutica de un modelo clínico, dentro de la psicología hay muchas corrientes y no todas establecen la misma relación terapeuta – paciente, en otros enfoques terapéuticos pueden realizarse muchas de estas conductas e incluso ser utilizadas como herramientas de tratamiento.

Otro aspecto a tener en cuenta es que la relación también se establece en función de nuestr@ paciente, cada persona es diferente al resto y la relación se va definiendo y negociando a lo largo de la relación: «¿Puedo tutearte?»; «¿Cómo te gustaría que te llamase?»; «Vamos a hacer un ejercicio, ¿tienes algún problema con que te toque las manos?«.

Por otro lado, siempre hay que entender que aparte de terapeutas, somos personas humanas, y más allá de este rol como terapeuta, detrás hay una persona que a veces se equivoca, como cuando alguna vez confundimos un nombre o la hora de la cita, y no por ello significa que no estames en la escucha activa del paciente. Digamos que estos errores, como en todas las relaciones, están para que nos equivoquemos, seamos conscientes y aprendamos de ellos. En caso de duda, siempre será mejor preguntar directamente: «¿Está el sonido bien así para ti?»; «¿Prefieres que te suba o baje el volumen?».

Esperamos que ver estos errores os sirvan, no sólo en la relación con vuestr@s pacientes, podemos mejorar nuestra comunicación en general con cualquier persona.

Si pudiese borrar todos los errores de mi pasado, estaría borrando toda la sabiduría de mi presente – Anónim@

 

¿Tienes alguna duda? Ponte en contacto con nosotras y estaremos encantadas de atenderte 🙂