Somos mucho más que nuestros pensamientos

En ocasiones, experimentamos la sensación de estar inundados por una serie de pensamientos que nos producen ansiedad u otro malestar. ¿Has experimentado esa sensación de no ser capaz de apartar de tu mente un pensamiento? Si es así, ya habrás comprobado que el sólo hecho de pensar en que no queremos pensar en algo, ya es centrar en eso nuestra atención, y con ello, obtenemos el efecto contrario: mantenerlo y hacer que aparezca más.

Existen una serie de pensamientos intrusivos que no queremos tener porque somos conscientes de que son inútiles, excesivos o irracionales y que, sin embargo, acaban viniendo a nosotr@s una y otra vez, dificultando nuestra calma y nuestra concentración.

 

¿Qué hacer con estos pensamientos?

En primer lugar, aceptar que tú no eres tus pensamientos. Sin darnos cuenta, vivimos identificándonos con nuestra mente. Nos definimos a través de nuestros pensamientos. Este es el principal error que cometemos, puesto que nuestros pensamientos no nos definen, «mis pensamientos son parte de mí, pero no son todo mi yo». Le otorgamos tanta importancia a los pensamientos que olvidamos que sólo forman una parte de nuestro ser. Darles esta importancia hace que en ocasiones,cuando no son los pensamientos que nos gustaría tener, los evitamos para no identificarnos con ellos y, de este modo, se vuelven repetitivos.

En segundo lugar, recordar que los pensamientos obsesivos aparecen para avisarnos de algo. Cuando aparezca el pensamiento, no sirve de nada luchar contra él, ya que se hará más fuerte. Es por ello que es necesario parar, escucharnos y entender por qué los tenemos.

 

Algunos pensamientos distorsionados que nos suelen acompañar

  1. Abstracción selectiva: Consiste en seleccionar, filtrar un sólo aspecto de una situación, aspecto que tiñe toda nuestra interpretación de la situación. Se filtra lo negativo, lo positivo se olvida. Como cuando creemos suspender un examen de diez preguntas cuando sólo una no la hemos sabido responder.
  2. Pensamiento polarizado: Consiste en valorar lo que nos pasa de forma extrema, sin tener en cuenta aspectos intermedios. Por ejemplo: si tropezamos con una piedra y pensamos: «Sólo me pasan cosas malas».
  3. Sobre – generalización: Esta distorsión del pensamiento consiste en sacar una conclusión general de un sólo hecho particular, sin tener base suficiente. Por ejemplo: una persona que busca trabajo y no lo encuentra y concluye: «Nunca conseguiré un empleo».
  4. Interpretación del pensamiento: Se refiere a la tendencia a interpretar sin base alguna los sentimientos e intenciones de los demás. A veces, estas interpretaciones se basan en un mecanismo, llamado proyección, que consiste en adjudicar a los demás los propios sentimientos y motivaciones, como si los demás fueran similares a uno mismo. Por ejemplo: una persona nota cómo la miran unos extraños y piensa: «Sé que piensan mal de mí».
  5. Visión catastrófica: Consiste en adelantar acontecimientos de modo catastrófico sin prueba alguna y nos ponemos en lo peor para nosotr@s. Por ejemplo: una persona está viendo las noticias de accidentes de tráfico por la televisión y se le pasa por la cabeza: «Y si me ocurriera a mi sería horrible…».
  6. Personalización: Consiste en el hábito de relacionar, sin base suficiente, los hechos del entorno con un@ mism@. Por ejemplo: en el trabajo, una persona, cada vez que el encargado expresa que hay que mejorar la calidad del trabajo, piensa que se refiere exclusivamente a él.
  7. Falacia de control: Consiste en cómo la persona se ve a sí misma de manera extrema sobre el grado de control que tiene sobre los acontecimientos de su vida. O bien creyéndose responsable de todo lo que ocurre a su alrededor, o bien en el otro extremo, viéndose impotente y sin tener ningún control sobre lo que le pasa en su vida. Ejemplo: «yo soy el responsable del sufrimiento de las personas que me rodean».
  8. Falacia de justicia: Consiste en la costumbre de valorar como injusto todo aquello que no coincide con nuestros deseos. Una persona suspende un examen y sin evidencia piensa: «Es injusto que me hayan suspendido, me tienen manía».
  9. Razonamiento emocional: Consiste en creer que lo que sentimos emocionalmente define la realidad. Si una persona se siente irritado es porque alguien ha hecho algo para alterarle, si se siente ansioso es que hay un peligro real…
  10. Falacia de cambio: Consiste en creer que el bienestar de un@ mism@ depende de manera exclusiva de los actos de los demás. La persona suele creer que para cubrir sus necesidades son los otros quienes han de cambiar primero su conducta. Por ejemplo, un hombre piensa: «la relación de mi matrimonio sólo mejorará si cambia mi mujer».
  11. Etiquetas globales: Consiste en poner un nombre general o etiqueta globalizadora a nosotr@s mism@s o a los demás, casi siempre designándolos con el verbo «Ser». Cuando etiquetamos, globalizamos de manera general todos los aspectos de una persona o acontecimiento bajo el prisma del ser, reduciéndolo a un sólo elemento. Esto produce una visión del mundo y de las personas, estereotipada e inflexible. Ejemplo: decir a alguien «nunca eres capaz de entenderme».
  12. Culpabilidad: Consiste en atribuir la responsabilidad de los acontecimientos bien totalmente a un@ mism@, bien a otros, sin base suficiente y sin tener en cuenta otros factores que pueden contribuir. Por ejemplo: una madre, que cada vez que sus hijos alborotan, tiende a irritarse con ellos y consigo misma echándose la culpa de no saber educarlos mejor.
  13. Los deberías: Consiste en mantener reglas rígidas y exigentes sobre cómo tienen que suceder las cosas. Ejemplo: «Debería estar contento».
  14. Tener razón: Consiste en la tendencia a probar de manera frecuente, ante un desacuerdo con otra persona, que el punto de vista de uno es el correcto y cierto. No importa los argumentos de la otra persona, simplemente se ignoran y no se escuchan.
  15. Falacia de recompensa divina: Consiste en la tendencia a no buscar solución a problemas y dificultades actuales suponiendo que la situación mejorará «mágicamente» en el futuro, o uno tendrá una recompensa en el futuro si la deja tal cual. El efecto suele ser acumular un gran malestar innecesario, el resentimiento y el no buscar soluciones que podrían ser factibles.

El objetivo con estos pensamientos no es eliminarlos. Los pensamientos y emociones aparecerán siempre si tratas de eliminarlos sin más. El objetivo no es deshacernos de ellos. Podemos elegir darles la bienvenida y trabajar con ellos, razonar. Si no los juzgamos como buenos o malos, si entendemos por qué aparecen y qué tienen que ver con un@ mism@, podemos utilizarlos para progresar.

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