Todos y todas tenemos nuestros propios monstruos y, aunque a veces nos den miedo, los necesitamos.
AVISO: si todavía no has visto la película, te recomendamos no seguir leyendo, ya que descubriremos muchas de sus tramas.
Esta película, Un monstruo viene a verme, de Juan Antonio Bayona, muestra cómo es el proceso de elaboración de la pérdida, el duelo. Es una adaptación cinematográfica del libro de Patrick Ness que lleva el mismo nombre de la película. El protagonista de la película, un niño de 12 años, Connor (actor Lewis McDougall), representa los estados por los que transitamos en cada una de las fases cuando pasamos por un duelo y, sobre todo, nos muestra el papel de la culpa.
Nos muestra cuánto pesa la culpa cuando sabemos algo de lo que no nos atrevemos a hablar, esa culpa que sólo le permite vivir a Connor asumiendo castigos. ¿Habéis sentido alguna vez culpa por la necesidad de que todo termine de una vez cuando hay sufrimiento de por medio? Este sentimiento de culpa aparece sobre todo en casos en los que no hay solución, donde no depende de nosotr@s, como es el caso de las enfermedades de larga duración, enfermedades terminales, crónicas, etc. Nos sentimos culpables por nuestros pensamientos, que surgen ante la necesidad de querer que acabe el dolor. Es un mecanismo de defensa normal en los seres humanos, no hay nada más humano que querer evitar el dolor.
Las fases del duelo
Toda pérdida en nuestra vida conlleva un duelo (rupturas de pareja, pérdida de trabajo, cambios de etapas madurativas como de la niñez a la adolescencia, muertes, etc.). No siempre pasamos por cada una de las fases y tampoco seguimos el mismo orden, podemos ir y venir de una fase a otra. Podemos señalar las siguientes fases:
- Negación
La primera reacción ante una pérdida es negarla. Esta fase es normal y necesaria como mecanismo de defensa, ya que en este primer momento, no podemos aceptar la pérdida.
En la película, vemos cómo Connor niega muchas veces que vaya a perder a su madre, aferrándose a que se va a poner bien con los nuevos tratamientos. También vemos la negación en la falta de comunicación entre él y su madre. - Enfado o ira
Cuando ya no podemos seguir negando la pérdida, da paso la realidad y con ella el enfado. Este sentimiento acompañará en todo el proceso, pero es en esta fase donde aparece como protagonista, ya sea expresado hacia los demás, hacia el mundo, hacia nosotr@s mism@s, hacia lo que perdemos, la persona perdida… y con ello, aparece la culpa. Esta ira es necesaria, ya que debajo se encuentra todo el dolor que produce la pérdida.
En la película, podemos ver el enfado cuando Connor destroza el salón de la abuela o cuando se enfada con su madre y se siente culpable por querer que el sufrimiento acabe. - Negociación
En esta fase, aparece la esperanza de que se puede retrasar la pérdida o si ya se ha producido, se intenta negociar una vuelta atrás a través de algún pacto interno, es una forma de seguir en el pasado, necesitando hacer un último esfuerzo para aliviar el dolor. Esta fase es la más corta y resulta agotadora para nuestra mente y nuestro cuerpo, ya que lo que imaginamos no coincide con la realidad.
En la película, Connor está convencido de que el monstruo viene para salvar a su madre. - Tristeza
En esta fase se toma contacto con la realidad, experimentando sentimientos de vacío e insoportable dolor, lo que conlleva un agotamiento físico y mental que puede llevar a querer dormir la mayor parte del tiempo, una forma de «desconectar», no pensar, y no sentir el dolor.
En la película, podemos ver la tristeza cuando Connor se queda dormido en el Tejo tras confesar su verdad y después se despide de su madre, diciéndole que no quiere que se vaya. - Aceptación
En esta fase se acepta la pérdida y la integramos en nuestra vida. Es una nueva etapa en la que establecemos nuevas preferencias y hacemos un balance vital.
En la película, esta fase empezaría a partir de que Connor pierde a su madre, tiene que mudarse con su abuela, vivir en un nuevo cuarto…
¿Qué simboliza la figura del monstruo?
Este monstruo representa el inconsciente de Connor, todos esos pensamientos que en muchas ocasiones no queremos escuchar. Connor sufre por sus pensamientos, que le generan culpa, y esos pensamientos de los que no habla, esos que no cuenta a nadie, se reproducen en sus sueños recurrentes como vía de escape al silencio.
¿Para qué aparece el monstruo?
El monstruo viene a ayudar a Connor a que pueda aceptar la realidad de lo que está pasando. La figura del monstruo representa en parte el trabajo de l@s terapeutas, los cuales ponemos a nuestros pacientes por delante la realidad de lo que está ocurriendo, validando las emociones que sienten (miedo, ira, rabia…).
El monstruo le cuenta historias a Connor que representan su realidad, ayudándolo a soltar su culpa, conectar con el dolor, con la realidad presente, para que pueda afrontar la situación y de este modo, seguir avanzando. A través de las tres historias que le cuenta el monstruo, el niño va transitando en su dolor. Este monstruo le ayuda al niño a validar el sentimiento de culpa para poder atravesar el dolor, hablar con su madre y confesar que no quiere que se vaya.
Algunas de las enseñanzas de esta película
- Es importante verbalizar lo que pensamos, lo que nos da miedo y nos asusta, lo que nos pone tristes, para poder aceptarlo y afrontarlo, como cuando el monstruo le pide al niño que cuente su verdadera historia, es decir, su sentimiento de culpa y miedo ante la muerte de su madre.
- L@s niñ@s pequeñ@s se dan cuenta de la realidad, y el silencio, la falta de comunicación, les confunde y puede llegar a complicarse todo.
- Como dice el monstruo: «Tu vida no la escribes con palabras, la escribes con acciones. Lo que piensas no es importante. Lo único importante es lo que haces».
- El enfado se puede expresar de muchas formas, por ejemplo, rompiendo cosas y, de este modo, le damos sitio.
- Podemos experimentar dos emociones al mismo tiempo, aunque parezcan «contradictorias», como querer que una persona enferma a la que amamos se quede para siempre y, también, que se vaya para dejar de sentir dolor.
- Las personas no son buenas ni malas, tod@s tenemos luces y sombras.
- Existe ambigüedad en tod@s nosotr@s, la realidad es compleja y en muchos casos, contradictoria. Las brujas no tienen por qué ser asesinas, los príncipes pueden ser culpables y no tienen por qué ser honestos y los hechiceros pueden ser justos y humildes.
En cada uno y cada una de nosotr@s, aparece nuestro propio monstruo, en algunos momentos de nuestras vidas, según lo vamos necesitando. Cada día, puedes elegir seguir corriendo o parar y a hablar con él, después de todo, está dentro de ti y viene a ayudarte.